Por:Anny León

 

En una búsqueda constante por hablar sobre violencia, para reflexionar de todas las formas posibles, se hace posible presentar el cortometraje “Montañas” del director Sebastián Valencia, en el marco de la undécima versión del Festival de Cine Corto de Popayán. El corto se presentó con grandes expectativas sueños y trabajo en equipo, logrando llevar así las emociones de una producción a los presentes espectadores de la proyección colombiana.

Montañas narra la historia de un niño guerrillero que huye de una emboscada militar, se encuentra con Wilson, un niño campesino cuya familia ha sido asesinada por los paramilitares. En medio de la selva y el paisaje montañoso de los Andes colombianos buscarán huir de la guerra.

“Quisimos trabajar las emociones en el espectador, desde los sonidos también, entendiendo que la violencia no se muestra sólo de manera explícita, que en los sonidos de industria y fábrica hay violencia, en los agites de la urbe hay violencia, en la misma naturaleza, también, entonces relatamos con “Montañas” cómo suena la violencia”- Sebastián Valencia Muñoz.  

Montañas nace de una historia, una experiencia personal del director en la ciudad de Pereira, cuando pasaba un tiempo de descanso en los parques y se cruza con un niño que se acerca a él para pedirle un lata de cerveza para juntarla con otras más que llevaba cargando; un par de preguntas más y terminaron en una profunda conversación fugaz que no dejó contactos ni próximos encuentros, sin embargo, dejó pensamientos sueltos en la mente del director, emociones y la puerta abierta para la creación de su próximo cortometraje.

El tema que lleva a cuesta el cortometraje, es una realidad que agobia a un país entero y que de cierta manera es sensible a los ojos y el corazón humano;  el trabajar bajo la perspectiva de un niño lo convierte aún más, en un objetivo de sensibilización general a los ojos de los espectadores, los niños que viven este conflicto de cerca, tristemente diferencian entre un guerrillero, un paramilitar, un soldado y con suerte llegan con vida a una gran ciudad con la esperanza de olvidar su fuere pasado.

Para el cortometraje se trabajó con actores naturales, no profesionales, la búsqueda específica para este producto fueron niños que hubieran vivido experiencias familiares al del personaje pensado para el corto y no sólo eso, también niños que tuvieran experiencia en la vida del campo, en su manejo del lenguaje propio de la zona, de desenvolverse en las trochas, su forma de caminar, de manejar el machete entre tantos otros elementos importantes que fueron importantes para la selección del niño que le daría vida al personaje, además, la importancia de que fueran actores naturales, radicó en que podían aportar al diálogo dispuesto en el guion, entendiendo que sus experiencias de vida también son importantes y vale la pena ser mostradas al público.